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Duende Flamenco / Desde Bruselas.

Francisco Moreno galván por Antonio Gala

Se ha dicho que el regreso de lo que ha sido rechazado constituye la historia subterránea y prohibida de cualquier cultura. Es cierto. Como lo es que la exploración de esa historia revela no sólo el secreto del individuo, sino el de la cultura entera a que pertenece.
Francisco Moreno Galván personifica hasta el extremo tales afirmaciones. Sería muy difícil encontrar a alguien en quien la esencia de lo andaluz -el desdén voluntario y la austeridad impuesta-hubiese encarnado con más seguridad. Las vislumbres de cante jondo que hay en la pintura de Moreno Galván son, para mí, evidentes. Sonidos negros o pintura negra: la interpretación apresurada y quemante de las cosas, las frutas devanadas como ovillos impacientes, el gozo vertiginoso del color repentino, el brillo fronterizo con la sombría importancia del entorno, la conjunción de las luces acerbas y la tiniebla sosegada, el entronizamiento de lo cotidiano, los retratos en que el óleo lame con suavidad las facciones de piedra.

Cuando Moreno Galván pinta sucede lo que cuando el cantaor canta: hay una torre que echa al aire sus palomas, y vienen y van, blancas y negras, revoloteando, dándonos aletazos -amables o rotundos- en la cara. Y estamos preguntándole al mundo entero de dónde vienen sus destellos y adónde van, y nadie nos contesta en lo oscuro.Y uno-recuerda, ante un sencillo bodegón, todo lo que ha vivido y todo lo que hubiera podido vivir.

Y recuerda también lo que no supo -nunca. Porque el misterio de esta pintura, como el del cante, es sugerir; confirmamos que no somos nada, ni un puñado de tierra, pero que hay una mano, mas grande que la vida, que nos acaricia; que no somos nada, pero sangramos y nos regocijamos.

A través de un pincel o una garganta pueden cantar los muertos. Hasta que uno aprieta los labios y se niega. Porque si es morir todo, ¿qué mas da vivir, pintar. cantar? Por eso se justifican tanto los silencios de Moreno Galván.

Por eso y porque el arte se va haciendo a la misma medida que nos vamos deshaciendo nosotros- Igual que se hace un pozo sacando tierra hasta llegar al agua. Pero la tierra que estorba y el agua están ya ahí. El arte no es un juego, ni un espectáculo: es una necesidad, y el que la siente ha de buscar cómo remediarla: ha de saber quedarse y aguardar. Y cuando escuche que lo llaman con urgencia desde dentro, ya el que llama sabrá qué tiene que dictarle: una melodía, una frase, una siguiriya. el boceto de un cuadro.

Moreno Galván no se opone ni a su esterilidad ni a sus resurrecciones. No contradice al interlocutor secreto: le da facilidades con su propia desgana, su parsimonia y su larga sabiduría. Moreno Galván sabe que lo que importa es lo que está debajo: la ola que se levanta y cae y se levanta, como un agonizante que se niega a morir y lo está deseando, y ve pasar el mundo y lo ama y lo mira por última vez y se lo bebe con los ojos. Hasta que se da cuenta de que era él, no el mundo el que pasaba.

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