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Duende Flamenco / Desde Bruselas.

Fosforito, pequeña entrevista

De Flamenco World

Declaraciones de Fosforito a la video-revista Flamenco Hoy (Vol.5), 1999. Entrevista por Alfonso Eduardo Pérez.

¿Cómo se canta hoy? ¿Se canta hoy mejor?

Se canta bien, mejor no, ni mejor ni peor. El cante no está modificado en el tiempo, eso está claro, el cante evoluciona dentro de sí mismo, pero ese "sí mismo" es sin descomponer, el fondo está ahí. Quiero decir que se aportan formas porque hay gente que aporta, que llega con una voz distinta o un tono de voz de distinto color, diferente, más largo o más corto, y con el respeto a ese fondo que está ahí, que es el manantial, que es la historia, pues se canta.

Llega gente con voces espléndidas, y si además de la voz le unes el buen gusto, pues encontramos un buenísimo cantaor. Es curioso que cuando hablamos de decadencia o de épocas de oro, siempre está en razón de la categoría de los cantaores que nos toca vivir: una época de oro de Silverio, El Nitri, una época de oro de Manuel Torre y Chacón... y todo está en razón de los cantaores, claro. ¿Una época decadente es cuando la posguerra? Pues no lo creo, lo que ocurre es que habíamos pasado una tragedia tan grande que la gente no quería tragedias y entonces había un tipo de gente con una voz preciosista, con unos cantes más intrascendentes, más livianos, y la gente se enganchó a ellos, pero a pesar de todo eso, allí estaba Pastora, estaba Juan Talega, Tomás Pavón... había cantaores enormes, el cante está por encima de todo eso, el cante sigue ahí. Te voy a decir más, el cante está por encima de cualquier genio, si es que en esto se le puede llamar genio a alguien.

Yo conviví con Pastora y Pepe Pinto, con Antonio Mairena , conviví con Caracol y con otra gente más joven y otros de mi edad, y con otros más jóvenes y otros más jóvenes todavía; quiero decir, que yo estoy aquí, afortunadamente, yo llevo sesenta años de cantaor.

En 1939, con siete años, Antonio Fernández Díaz decía "va a venir... o ¿queréis escuchar cantar al hijo de Fosforito por la feria del pueblo?"

Sí, mi padre cantaba muy bien, y mi madre, y mi tío era "El Niño Genil", al que se le atribuyen algunas creaciones.

A pesar de todo el hambre y de toda la posguerra, que es cuando yo tenía los siete u ocho años, ya empezaba a cantar. Ya antes yo cantiñeaba y mi primo tocaba la guitarra y se bailaba, en un ratillo, aunque fuera con un cocido de hojas de rábano hacíamos una fiesta y allí se cantaba... Porque los cantaores ¿Cómo se hacen? ...como no sea por mimetismo, imitando todo lo que oyen, todo lo que hay en su entorno... Tienen un maestro que les sirve de guía, porque tienen un parentesco o se aproxima más a su propia voz, hasta que encuentras su propio sonido y empiezas a ser tú mismo, aunque al maestro siempre lo vas a tener como referente. Pues esto ocurría, yo tenía un entorno cantaor donde yo escuchaba a mi padre hacer compás y cantando, entonando "Esta copa, no hay quien me lleve a mi casa...".

Y tu padre ¿Qué cantaba?

Por soleá, esencialmente por soleá. Y mi madre cantaba... te voy a contar una cosa... es anecdótico. El maestro Alonso, hace cuatro o cinco años, con motivo de la Navidad, me llamó a mi casa: "Oye, que quiero que me hagas unas cosas del maestro Jerónimo Jiménez", que era un músico de Sevilla del siglo XIX que hizo un montón de cosas, pero entre ellos hay una partitura que es "La Tempranica", donde hay un cante por soleá, ahí está la caña, un tanguillo, un tango y una nana, que es la que yo cantaba, con la que termina la partitura, con violines... Yo le dije "- Maestro, que si está en mi tesitura, yo encantado, y si no la arreglamos, no te preocupes...". Me bajé al Teatro Cervantes y él me dio la partitura donde están escritas... y cuando hace "la, la, la, la..." y me tocó la melodía, dije: "Esto lo conozco yo" y él me dijo: "¿Tú cómo vas a conocer esto, chiquillo?", y le tarareé la letra y la música, que ya me la cantaba mi madre cuando era chiquillo, no necesariamente a mí, porque también ella las cantaba habitualmente y tarareaba la nana del maestro fulano, que en su día la tomaría del pueblo y que se mantuvo, porque mi madre nunca tuvo acceso a una cultura de música clásica donde se escuchara la partitura del maestro Jerónimo Jiménez, y yo sabía la nana:

"Esta niña, duérmete lucerito,
sol de los soles,
en una cunita de caracoles.
Este niño chiquito
no tiene cuna,
su padre es carpintero,
le va a hacer una"

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