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Duende Flamenco / Desde Bruselas.

Encuentro entre dos pilares de arte jondo

A veces nuestro futuro profesional depende de poca cosa. Estoy seguro que la malloría de todos nosotros nos damos a nuestra profesión de manera seria y vivimos de ella esperando que así sea durante años y años.
Pero a lo que me quería referir al principio era a otra cosa; no a la manera que tenemos de vivir con nuestra tarea profesional sino más bien a la manera que dimos con ella.
Casi siempre fue por el amigo del primo de un cuñao,... o por al taxista que nos dijo que allí necesitaban un ingeniero,... o por la muchachita de la caja del hipermercado que le dijo a mama que,... etc. Momentos de vida que pueden ser fugaces pero decisivos y permitirnos asentar las raices de promesas interesantes que pueden durar toda una existencia.
En el flamenco también existieron encuentros entre futuros artistas que después de unos años de germinación florecieron como manojos de romeros y claveles: Paco de Lucía y Camarón, Fernando Terremoto y Manuel Morao, Antonio el bailarín y Rosario,....
El encuentro artístico y flamenco que a mí me marcó con más fuerza hasta hoy en día y desde que tenía unos doce años fue la colaboración tan estrecha entre José Meneses Scott y Francisco Moreno Galván.

También el encuentro de estos dos seres tan singulares flamencamente hablando dependió de una tercera persona y también la casualidad le debe mucho al azar. Esto nos lo cuenta muy bien Génesis García Gómez en el libro José Menese Biografía jonda (El Pais Aguilar 1996):

"En 1950, José Menese, Pepiyo el de la Remedios, todavía era un niño: contaba ocho años, pero ya empezaba a cantar en las calles de su pueblo y en los cortijos de su campo. Un día de noviembre de 1962, cuando Chúmy Chúmez se encontraba todavía en plena inmersión flamenca y gitana, recibió un encargo de un amigo suyo, Francisco Moreno Galván, pintor que había de ser artífice del renacimiento de la cultura jonda: traerse a Madrid a un joven cantaor de su pueblo. Y Chúmy tuvo el gustazo de llevar en su moto a este muchacho de La Puebla de Cazalla, que le cantaba de paso. Ninguno de los dos sabía, en aquel momento, que ese viaje era el comienzo de una explosión de Cante Grande. Porque este joven cantaor iba a dar vuelo inesperado, divulgación y apoyo masivo al renacimiento del Cante Grande que en los cincuenta se había iniciado."

Francisco con su generosidad y su sabiduría flamenca iba a forjar -a fuerza de trabajo y de comprenetación intensa con Meneses- un artista que bien podríamos decir que, en aquel entoces, iba a escupir e intrepretar el Cante de una manera distinta de lo que se escuchaba en el flamenco.
Meneses cuando su Pigmalión lo coje en manos era metal bruto y diamante áspero. A fuerza de trabajo -como ya dijimos- y con un afán exquisito de llegar a ser una figura dentro del mundo del flamenco, este cantaor se moldea -no sin algún "choque de personalidades"- a los deseos esteticoflamencos de Moreno Galván.
El aprendizaje de Pepe fué duro; Francisco lo somete a un regimen de trabajo bastante difícil de soportar emocionalmente. De esto nos informa Génesis García Gómez en el libro ya citado:

"-La tarea de aprendizaje de Pepe fue dura?-le pregunto a Paco Asensio, quien vivió con Pepe y con Francisco íntimamente aquellos años.
-Fue muy duro para José, para los dos. Pero Francisco iba por delante, como en todo. Quría que José fuera un cantaor puro, con estilo propio, pero claro lo fácil, para todo el que empieza, es imitar a los consagrados. Francisco le buscaba cosas que no estuvieran escuchadas, como La Rubia las Perlas. Y le compró un magnetofón con mucha ilusión y se lo ponía a Pepe, horas y horas, y como Pepe siempre ha sido un anarquista, pues no quería escuchar, creía que ya sabía, y aprenderse las letras, que esto cuadrara, que esto tiene que quedar así, muy pesao, muy pesao... Muchas horas y horas."

Meneses tiene que tragarse sus propios humos para no cortar con tal panorama de sumición, pero los dos fuertes carácteres se comprenetan de tal manera que acaban siendo uña y dedo el uno para el ótro.
Las colaboraciones del cantaor y su letrista fueron numerosas; dando nacimiento a trabajos discográficos de suma importancia dentro de la relativa pequeña esfera del cante jondo y puramente duendístico.
Las personalidades tan enteras del uno como del ótro fueron tomando tonos cromáticos idénticos y hoy en día no es mal pensar afirmar que forman una sola y misma personalidad flamenca. Meneses pone la forma y Moreno Galván el fondo; aunque también se podría aveces afirmar lo contrario.

José el del Pumarejo

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